29.7.14

Piloto Married (FX), matrimoniadas llenas de tópicos sobre el sexo

Matrimoniadas made in FX
El piloto de Married, nueva comedia sobre el matrimonio de FX, comienza y termina igual, con el protagonista (Nat Faxon) haciéndose una paja con su mujer (y madre de sus tres hijas) en la cama. No sabemos en qué trabaja este tipo, sólo que está obsesionado con echar un polvo (“Tengo algo entre sexo por compasión y necrofilia”). Su mujer (Judy Greer) está tan harta de él, que le anima a acostarse con otras (aunque, en realidad, bromee con el tema). Él no quiere, pero pronto se le ofrece la oportunidad. La excusa de ella para no encamarse con el hombre que quiere (y que debería desear) es que sus niñas le absorben todo el tiempo. Algo falla en esta relación, esto es obvio, y las soluciones que se proponen (los amigos de él le animan a irse de putas) no son lógicas. Es decir, el punto de partida de esta comedia creada por Andrew Gurland es ridículo ya de por sí. Obviando esto, y también el hecho de que Nat Faxon me cae mal (era lo peor de Ben and Kate, con Dakota Johnson), sí me interesan esos amigos que escuchan sus tontunas en un bar, The Oaks Tavern, entre chupitos de whisky, cervezas y caladas a un porro.

La camerera te sonará de True Detective. O no: va tapada.

No son adolescentes: uno está divorciado (Brett Gelman, me hacía mucha gracia en Go On, con Matthew Perry), aunque daría lo que fuera por recuperar a su familia) y otra (Jenny Slate, más comedida que en Parks and Recreation), casada con un tipo mucho más mayor que no le sigue el ritmo. Un tercer colega (John Hodgman, el archienemigo en Bored to Death), al que ve fuera del bar, es el marido de la amiga de su mujer (una suerte de espía si le utiliza mal). Me chocan varias cosas (retrógadas/misóginas) a estas alturas televisivas: que hacer feliz a tu mujer, mostrarse sensible, sea compartir las cosas que a ella le gustan “por muy estúpido que sea”; que sólo ella se ocupe de sus hijas (cuando le echa en cara hasta que se le rompió el condón la última vez); que no tengan amigos con hijos como ellos (no hacen vida social ninguna); que no compartan amistades, en general y sea él el que se va al bar (ni que fuera Homer Simpson); que para fomentar el sexo en la pareja se hable alegremente de prostitución; que se tire de otros tópicos, como que las latinas son fogosas (y hay que invitarlas a locales “de tapas”) y los latinos, peligrosos. Married (casados) anima a lo contrario, a la infidelidad, y al patoso éste, émulo de Adam Sandler, le sale el tiro por la culata en su primera oportunidad. Si no, hubiera ido hasta el final. Si en el segundo episodio, la cosa tira por la lógica y este pavisoso se enmenda para hacer feliz a su mujer, la seguiré viendo; si es una cuestión de ir tirándose a todo lo que se menea, pues no. Lo que más me ha llamado la atención es que usa el tempo de series como Portlandia, donde la cámara se mete en la casa y parece que estemos viendo un docureality (sin que los personajes lleguen a mirarnos). Además, la música acompaña constantemente a las imágenes, para los que veíamos Ugly Americans, ojo, que usan la misma (lo más chocante). Ojo al cameo raro, raro: Ella, la camarera del The Oaks Tavern, es Alexandra Daddario (la tetas de True Detective). Lo dicho, ojalá presente alternativas saludables para salvar un matrimonio, si no no me merecerá la pena.

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