3.3.08

Picasso en el Reina Sofia; huevos rotos en Los huevos de Lucio y masaje oriental

Fin de semana movidito.
El viernes docenas de chavales de ultraizquierda bajan desde Tirso de Molina por Embajadores camino a Lavapiés cargándose e incendiando (hasta coches) todo lo que encuentran a su paso. Lo grabo con la cámara y me meto en los blogs de ADN y 20 minutos donde la gente ya ha colgado sus primeras impresiones.
La mía es sencilla: dicen ser de izquierdas y manifestarse contra una mani de ultraderechas porque éste no es un barrio de derechas. Yo no quiero a esta gente que se llama de izquierdas en mi barrio. Han llegado y lo han destrozado. Hasta por la noche no veo nada en la tele, en el canal CNN. La policía antidisturbio tardó 15 minutos en llegar y los bomberos, 20. Inaudito. Si esto pasase en Serrano...El domingo, cultura y gastronomía, tándem perfecto. Entramos a la magnífica exposición de Picasso en el Museo Reina Sofía. La cola para entrar es larga pero va rápida. Los domingos es gratuíta. Recorremos cuatro salas enormes con cuadros y bocetos de todas las épocas del pintor malagueño que el museo de París ha prestado y que dicen es la más completa. Nada menos que 400 obras. La expo estará hasta el 5 de mayo.

Luego, una cerveza en Los gatos, ya un clásico de Huertas, por sus curiosas maneras (se niegan a mezclar la cerveza, aquí "adulterada" no, te dicen) y sus ricos aperitivos (gambas, pepinillos, aceitunas, patatas, cae también un bocado de jamón con tomate) y un vino en Prada a tope con montado de lacón.

La zona de Latina está hasta arriba de gente tomando el sol, sentada en el suelo, en terrazas, en las puertas de los bares... Los restaurantes están llenos. Entramos en Los huevos de Lucio, que como su nombre indica es de los hijos del restaurante clásico de Cava Baja. Sólo queda una mesa que está instalada dentro de una mini bodega del primer piso, después de un largo corredor. En dos ocasiones nos piden una botella para otras mesas.



Despachan rápido los platos. Pedimos variado, para probar que todo tiene muy buena pinta. Ensalada de aguacate con canónigos (excelente), los clásicos huevos rotos con chistorra unos, con jamón, otros. Está mejor el de chistorra pues el jamón sale frito.

Para quien le guste los callos, excelentes. A mí, no, pero es lo que comentan en la mesa. El plato de barro lleva el nombre del anterior local. Los vasos y copas de vino, que son en realidad de moscatel, parecen muy usados. Me da que la vajilla no es nueva. Lo mejor, la morcilla. El problema básico es que ponen poca cantidad para la ración y siempre con chistorra, que al final sobra.
Y para los valientes el solomillo con foie y cebolla roja. Rico, rico. Salimos por persona a unos 24 euros. No sirven café, ni sorbetes, pero hay postres.
Paseo por el Palacio de Oriente, con masaje incluido de un chino (está escondido dándole a la espalda de mi madre), por 10 euros, y café, helado (un rico Milk Shake) y helado de sorbete de limón en una cafetería diminuta en Ópera. Un día primaveral de principios de marzo.

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