Nickelodeon cambió el mundo de la televisión infantil en EE UU. Y lo hizo de la mano de Dan Schneider, un tipo de esos que parece que sufrió bullying de pequeño y que cuando tuvo su poco de poder compartió sus fantasías sexuales en el lugar menos indicado. Los chistes demasiado adultos para un canal infantil le pasaron factura, pero ahí quedarán para siempre. El documental Silencio en el plató: el lado oscuro de la televisión infantil (HBO max, a través de Movistar Plus+) no revela nada nuevo, pero resume en cuatro episodios lo de siempre, la permisividad de unos tiempos en los que parecía que todo valía, que el abuso de poder era el pan de cada día y que ante la explotación infantil se miraba hacía otro lado. Por supuesto también hay un par de pedófilos que pululaban tranquilamente por el plató y la estrella infantil que da la cara por primera vez para contar todo lo que le ocurrió. Este documental es mierda de la buena. Aquí recopilo algunos de esos momentos que aparecen en la docuserie que son auténtico terror televisivo.
Dan estaba obsesionado con los pies. Otra de sus constantes, poco le importaba que esos pies fueran de niños que no entendían nada.
A Ariana Grande le hizo exprimir una patata para sacarle el zumo, mientras soltaba gemidos. En otro sketch, Ariana dice que tiene sed y se echa agua por la cara.
Un actor negro cuenta que de niño le hacían llevar mallas, algo que le hacía sentir inseguro. Lo peor llegó con un nuevo personaje "Nariz man". Cualquiera puede ver que en sus hombros lleva un pene con sus testículos. De hecho, cuando estornuda, lo hace de nuevo en la cara de una mujer, esta vez en la cara de la directora, asemejando una eyaculación.
Dan Schneider descubrió por ejemplo a Amanda Bynes. En el documental se cuenta que ella echaba horas y que desaparecía del plató para estar con él aunque por ley tendría que estar un padre o un tutor siempre. No confirman nada turbio pero tampoco lo desmienten. En 1999 estrena su propio programa, The Amanda Show. En él trabajan dos guionistas mujeres que cuentan por ejemplo cómo ganaban la mitad que sus compañeros hombre, que compartieron de forma ilegal su sueldo (el sueldo de un hombre lo compartían entre ellas dos). Dan les dijo que las mujeres "no son graciosas" y que las iba a llamar “las chicas” cada vez que se dirigiera a ellas. Dan no hablaba con la editora directamente cuando grababan el programa sino que lo hacía a través del productor que estaba en el mismo estudio. Un tipo misógino y machista de manual.
Al personaje de Amanda lo llamó Penelope Taynt. El apellido es la palabra en inglés que describe la parte que hay entre el ano y los testículos. Que nadie le dijera nada y pudiera usarlo, dice la guionista: "Eso es el poder". A otra de las guionistas llamada Christie le hace contar una anécdota del instituto emulando que la estaban sodomizando encima de la mesa. Cuenta que aceptó porque no quería perder el empleo. Se veía de lo más normal. También le ofreció 300 dólares (que nunca le pagó) si se comía dos tarrinas de helado. Este tipo de hombres acosan en el trabajo y abusan de su poder ante los más débiles y ellas, unas chavalas que comenzaban en el negocio, lo eran. Y eran otros tiempos.
Resulta escandalosa la permisividad para incluir chistes sexualizados, como ver a Amanda en la cama mientras reza. A otra guionista delante de sus compañeros le pregunta si se dedicaba antes al sexo telefónico. Dan solía enviar emails durante las reuniones de guionistas diciéndoles a ellas dos que gritaran de pronto cosas como "soy puta". Le resultaba divertido y sus compañeros hombre tampoco decían nada. Todo, tremendo. No solo ellas echaban más horas sino que tenían que aguantar que en su pantalla de ordenador tuviese imágenes porno y que les pidiera que les dieran masajes a cambio de que les metiera un chiste en el programa. 
Hay otra escena en la que Amanda sale en bañador en un jacuzzi con Dan vestido al lado. Ella le pide un aumento de sueldo y él le responde que no. Esa idea del productor con poder que puede hacer lo que quiera se repite (no olvidemos que son supuestos chistes para niños).
Los tres actores niños que ahora de adulto hablan recuerdan momentos incómodos y que no entendían, pero que se les ha quedado grabados en la memoria. Kyle Sullivan, que parece Harry Potter, cuenta que echaban muchas horas, aunque incumplieran las leyes de trabajo infantil. Sus familias dependiían de ellos, y hacían todo lo que se les pidiera, como un sketch en el que tragaron azúcar y café, con enorme trabajo físico. Al final, la mezcla se le sale por la boca goteando, un pringue viscoso que obviamente recuerda a semen.
La madre de Bryan Hearne cuenta que su hijo parecía que vendía droga con galletas en un sketch (junto a Frankie Muniz - Malcolm), algo que ya le resultó inapropiado en su momento pero que nadie lo vio mal. Visto ahora (y antes) parece un traficante negro vendiendo crack en la calle. En otro sketch, el chico interpreta al rapero más joven del mundo, el pequeño Fetus, pues es un feto. Recuerda que tuvo que llevar unas mallas que simularan el color de su cuerpo desnudo y que al comentar el tono de color que debían darle dijeron que su tono era "carbón". Nickelodeon también era racista.
En otro sketch vuelve a aparecer la chica masajeando a un supuesto productor (como si fuera el propio Dan al que daban masajes en el set).
En otra ocasión, recrearon un Fear Factor para niños con pruebas chungas, diseñadas para dar miedo, traumáticas. A Bryan Hearne le untaron el cuerpo de crema de cacahuete y soltaron a unos perros para que le lamieran. Su madre volvió a cuestionarlo pero les convencieron de que era normal. No había ninguna necesidad de hacer ese tipo de dinámicas, como si fueran torturados, recuerdan.
La cosa se pone mucho peor cuando se descubre que el joven que acompaña a los chavales en el estudio, Jason Handy, es pederasta. Una madre cuenta como escribía emails y por Mesenger a los niños para ganar su confianza. En el caso de su hija Brandi intentó quedar con ella en un centro comercial, pero la niña se lo contó a su madre y esta se lo prohibió. Hasta que al final el tipo le envió una foto de él masturbándose y le dijo que era pensando en ella. La madre no le denunció, ahora se arrepiente, pero dice que la sacó del programa y que Brandi nunca más trabajó en el mundillo. Por culpa de ese tipo, esa niña dejó aparcado su sueño y por supuesto se fue de rositas. ¿Quién contrataba a esa gente?
Brian Peck además de actor era entrenador de diálogos, es decir, tenía que estar con los niños. Por ejemplo, lo fue de Leonardo Di Caprio en Los problemas crecen. En un video se ve como este tipo le manosea mientras está con él.
Pero la cosa es aún más retorcida. En una barbacoa en casa de Bryan Peck, había un poster de un payaso firmado por el asesino en serie John Wayne Gacy. Resulta que se carteaba con él en la cárcel, y guardaba las cartas y fotos en su mesilla de noche. Lo veía tan normal que se lo enseñó a todos los que estaban en la fiesta. A nadie le saltaron las alarmas, alucina.
Por eso, en otro sketch se parodia a sí mismo haciendo de productor jefazo, como si fueran los ángeles de Charlie. Una chica le da de comer gambas. Los chavales dicen que es dios.
El segundo caso de pedófilo fue el de Brian Peck. Era amigo de Dan y este le contrata para que interprete a un personaje recurrente, que no es otro que el de El Pepinillos. Obviamente, la madre del niño Bryan Hearne se pregunta si nadie entendió que los pepinillos parecían penes.
En este sketch, El Pepinillos llega con una bandeja llena de ellos. Le cuela por un agujero un pepinillo al invitado del programa que tiene mucha hambre. Lo del agujero parece simbolizar un agujero de un cuarto oscuro por el que se mete el pene. El invitado, que no es otro que Ray Romano (Todo el mundo quiere a Raymond), se lo come con ansia.
El actor Drake Bell (con un parecido alucinante con Rick Astley) cuenta a cámara su trágica experiencia con Bryan Peck. Bell le demandó por violación y lo detuvieron por fin. Cuando Dan se enteró, pidió que salieran los padres de la sala de guion, algo bastante anormal, para que sus abogados (sin los adultos delante) les contaran lo sucedido. Todos se quedaron en shock porque no entendían nada.
Dan fue el creador en 2004 de un nuevo programa. Drake and Josh. Drake Bell se convirtió en el cantante y actor favorito de los niños. En esta serie documental, Drake Bell cuenta por primera vez lo sucedido. En la narrativa se da un giro bastante radical y se convierte en el auténtico protagonista de la historia. De hecho su compañero en la serie y amigo Josh Peck no lo sabía y se ha enterado por este documental. Resulta escalofriante que Josh Peck comparta apellido con el tipo que le violó durante la misma época que se emitía el programa en Nickelodeon.
Más sketches incómodos, todos relacionados con eyaculaciones fingidas, fantasias sexuales protagonizadas por niños y todo tipo de perversidades con las que han crecido varias generaciones que veían Nickelodeon.
