9.11.07

Los crimenes de Oxford o como engañar al espectador

Si hay algo que no soporto como espectadora de una película de suspense es que me engañen. Se ha escrito un crimen, Agatha Christie y Poiret lo hacían con elegancia, si es que lo hacían, pero en Los crímenes de Oxford, Alex de la Iglesia añade y añade ingredientes a un plato que resulta al final de empacho. Un chaval de grandes ojos azules, Elijah Wood, bastante canijo e inexpresivo; una mujer de grandes tetas, Leonor Watling (cada vez que aparece, va por delante el mostrador, bastante ridículo y que nada tiene que ver con la trama. La escena a lo Bigas Luna-Almodovar de los spagueti y el delantal es de verguenza ajena, Frodo parecía acojonado) y un profesor, John Hurt, el único que se salva en cuanto a interpretación aunque son tan largas sus charlas con Frodo que duermen hasta al apuntador) y una historia que se sustenta en una sucesión de crímenes (¡nunca antes el azar había estado tan presente! demencial)con varios posibles sospechosos.

Ni te los crees a ellos, ni la historia, y como comentaba al principio hay preguntas sin respuesta, que no aportan nada. (¿A qué viene la escena del mutilado loco, que escribe el nombre de una mujer?; ¿alguien se cree que la Watling se llame Lorna, viva en Oxford y se haya enrollado con el vejestorio y Frodo?; ¿y el genio ruso loco, para qué tanto amaneramiento?). Y Alex, si sacas durante un minuto a un pedazo actor como es Dominique Pinon (Amelie) y luego no vuelve a aparecer lo lógico es que algo nos olamos...

Los crimenes de Oxford se estrena en España el 18 de enero de 2008.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Una pena que tengamos que esperar tanto para compartir, o no, tu opinión. Espero que, una vez vista, consiga comprender todas esas preguntas.

Anónimo dijo...

Es la primera vez que entro aquí y salgo espantado...
Esto de los blogs es lo que tiene, que cualquiera se monta uno. Otra cosa muy distinta es que tengas cosas interesantes que decir. Así yo tampoco me aburro.

Mariló García dijo...

No me queda muy claro qué estás criticando. Firmas como Anónimo (cualquiera se monta un blog, cualquiera deja un comentario). Dices que no tengo cosas interesantes que decir, pero tú, tampoco.