Crítica. The Artist, ¡silencio se rueda!

Esta tarde he visto The Artist, película que acaba de triunfar entre la Crítica de Nueva York (mejor peli del año y director para Michel Hazanavicius). ¿Una peli en blanco y negro, sin sonido, con una pareja protagonista desconocida y... un perro? Pues lo digo ya: una genialidad. Es preciosa, original y emotiva. A veces se oye algo, pero en la mayoría de la historia reina el absoluto silencio. Es 1927 y triunfa el cine mudo, y en concreto George Valentín, interpretado por un increíble Jean Dujardin, mejor actor en Cannes, impecable, con su sonrisa y sus ademanes perfectos. Si no te enamoras de él es que eres de hielo. El director logra trasladarte a comienzos del siglo XX, cuando Hollywood era Hollywoodland y el Variety tenía formato king size, con variados guiños al cine de la época y a sus iconos (Marion Davis, Joan Crawford, Douglas Fairbanks, Clara Bow...). Si entras en la historia, llevada por un plantel de secundarios de lujo (John Goodman, James Cromwell), algunos con algún único tímido plano (Malcolm McDowell, Ken Davitian, Ed Lauter, Beth Grant), lograrás evadirte y sentirte como Fred Astaire y Ginger Rogers. Mención aparte para el perrito, un émulo del Eddie de Frasier, raza que se está poniendo de moda (en Beginners otro de estos Jack Russell Terrier hace también un papelón). Y ojo al diseño de vestuario (del oscarizado Mark Bridges) y a la casa de esa encantadora pero menos atractiva Peppy Miller (Berenice Bejo no puede con el magnetismo en la pantalla de Durjin), en realidad la de Mary Pickford. Efectivamente, se puede hacer buen cine fuera de los convencionalismos y sin necesidad de ser underground. La podía haber rodado Woody Allen, pero no mejor. Se estrena en España el 16 de diciembre.