LA FRANQUICIA (max)
Luces. Cámara. Ansiedad.
En la octava temporada de 911, el Capi es fichado por una serie para que asesore al bombero protagonista. Cine dentro del cine. En La franquicia ocurre algo parecido. ¿Cómo se rueda una película con superhéroes y villanos, qué ocurre tras las bambalinas de Maximun Studios, una suerte de Marvel o DC, pero en el más absoluto caos? La franquicia tiene su fuerte en los ágiles diálogos de su reparto coral, liderados por el ayudante de dirección que hace de chico para todo (Himesh Patel), y secundados por dos actores antagonistas: el actor veterano, de método shakesperiano, que se cree alguien (Richard E. Grant, que a mí personalmente me gusta mucho, que ha aparecido en Loki y Logan), frente al joven actor que quiere bordar su personaje sin entender mucho cómo funciona (Billy Magnussen). Ruedan Tecto: el ojo de la tormenta, pero como espectador sabes que será un milagro que la película llegue a acabarse visto lo visto en el plató del primer episodio, cuando todo va de mal en peor y se tiran a la basura miles de dólares por decisiones incorrectas. Detrás de La franquicia hay pesos pesados como el showrunner Jon Brown (Avenue 5, Succession), el guionista Armando Ianucci (Veep, In the Loop) y el director Sam Mendes, que ha aprovechado su experiencia con la saga Bond para meterle la presión sufrida por el estudio y los productores a esta otra (falsa) franquicia de superhéroes. Divertida, muy ágil y con pequeños giros caóticos que se sienten como reales y que te mantienen alerta a la siguiente catástrofe, La franquicia logra meter el dedo en una herida muy de moda: hay tantas adaptaciones de superhéroes que ya no es tan fácil conseguir un producto realmente interesante. En el reparto, además, Daniel Bruhl, que hizo de barón Zemo, o Aya Cash, que salió en la comiquera The Boys.
AGATHA, ¡QUIÉN SI NO? (Disney+)
Una venganza de bruja madre.
Al igual que La franquicia, Agatha, ¿quién si no? bebe de algo ya preestablecido, conocido por el espectador. Kathryn Hahn logró que su personaje secundario en Bruja Escarlata y Visión (Wandavision) llamara poderosamente la atención. Agnes era esa vecina entrometida (y divertida) en esta serie ambientada en los 50 que cotilleaba la vida de la pareja protagonista, escondiendo su verdadero propósito pues Agnes era en realidad Ágatha Harkness, una bruja de Salem de 500 años. En Agatha, ¿quién si no? la antagonista es aquí absoluta protagonista aunque su directora, Jac Schaeffer, ha potenciado a la líder con un elenco formado por un chaval (Joe Locke, con sus propios seguidores gracias a Heartstopper) y otras brujas, creando una especie de familia interracial (y disfuncional) que vivirá mil aventuras hasta conseguir su propósito como aquelarre. Lo inaudito del tema es que Agatha es un personaje que no cuenta con su propio cómic pero que ya tiene su propia serie. Aquí lo que ha funcionado ha sido la demanda del fan que quería más Agatha. A mí personalmente el personaje me chifla por su malicia disfrazada de sarcasmo y me encanta la actriz, pero vistos los primeros cuatro episodios siento como si estuviera en una nueva adaptación de Hocus Pocus, la noventera el retorno de las brujas. Lo que me ha dejado un poco decepcionada. No sé cómo evolucionará pero me esperaba algo más sofisticado y más alejado de un Mago de Oz lleno de peripecias tramposas, rivalidad de poderes y situaciones de riesgo. Ese punto de que "puede pasar cualquier cosa porque sí", como que la rival de Agatha Rio (Aubrey Plaza) se enfrente a ella, para luego perdonarse porque les chifla provocarse. Pero si te gustan las escenas con magia y pociones y momentos de fantasía, esta es tu serie. Una cosa que me echa para atrás son los momentos musicales, y hay unos cuantos.
EL PINGUINO (max)
La ciudad será suya.
Contra todo pronóstico, la que me ha interesado menos de las tres es El Pinguino. Colin Farrell puede ser él o cualquier otro, está irreconocible tras la prótesis que ya lució en el Batman de Matt Reeves. Al igual que las otras propuestas de esta entrada, tenemos una trama que nos puede resultar familiar y cuyo gancho es saber quién es realmente el criminal Oswald Cobblepot. Un poco como Ágatha, su trasfondo real, con cierto toque de humor surreal a lo La franquicia. Con una ciudad de Gotham inundada y oscura, se nos pinta al mafioso como un villano con alma, una especie de Tony Soprano del que pretenden que nos encariñemos, o al menos que entendamos (hasta tiene a una madre castradora). A mí sinceramente no me llega. Los diálogos se me hacen eternos y el toque gracioso y fanfarrón del personaje cojo me llega a cansar. Menos me creo a Cristin Milioti como hija despiadada del gángster líder. Creo que la intención es potente, esa cuidada atmósfera de los bajos fondos, pero el resultado se regodea en los mismos detalles todo el rato. Que si la cojera del Pinguino (y ver esos dedos agarrotados), que si su exagerada corpulencia (con ese desnudo que no viene a cuento), que si a pesar de su maldad podría ser buena gente si le hubieran dado otras cartas. Como su relación con el chaval al que perdona la vida, y no sabemos muy bien de dónde sale, o esa insistencia con que vayamos de la mano junto al malo para comprender su ascensión al poder, hasta ser respetado y temido por los que en un principio le quieren ver muerto. Alternando la escena simpática con el momento cruel, se me olvida que estoy viendo a Colin Farrell o al personaje, solo veo a un esperpento que pretende imitar al cabecilla de Los Soprano de la mano de un chaval (Rhenzy Feliz), muy como Ágatha, para tener a un personaje millenial porque sí. No le encuentro la fascinación que me insisten en provocar.
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