



En la misma calle que la casa de Cervantes, la calle Mayor, encontrarás un mural super tétrico que me recordó a H.R. Giger. Nos hicimos varias fotos gritando, pero subo la más normalita de todas.

Como no podía ser menos fuimos a comer a un mesón, La Casa Vieja. Lo habíamos buscado por internet, pero la casualidad quiso que esntrásemos a tomar una caña al Mesón Las Cuadras de Rocinante (muy apropiado), que es del mismo dueño y ya allí nos hicieron la reserva. Antes de ir a comer nos pasamos por el Museo Arqueológico Regional, muy interesante. Nos pusieron una proyección de siete minutos sobre la historia natural de Madrid desde hace 400.000.000 de años. Una pasada. Después fuimos a comer.
En Alcalá de Henares las tapas son 'magistrales'.

Pedí chuletas de cordero, pero los de la mesa de al lado pillaron un chuletón gigante, que cortó el camarero y luego pusieron sobre una barbacoa en la mesa.



Mi primo de nueve años me hizo una de las mejores fotos que me hayan hecho nunca. Increíble.

Lo mejor de todo, fueron las migas, la morcilla y las habitas con jamón. Muy recomendables.



Y para rematar el postre típico de aquí, la costrada, rosquilla y garrapiñadas. La costrada es una milhoja, la rosquilla es muy típica y las almendras, también. Un pedazo plato para bajar el vino de frasca que pedimos.
Las rosquillas las vendían a 18 euros el kilo en pastelería (hay un montón).

Pero todos son pecados cervantinos.

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