
Primer plano de las
Nike de
House. Al doctor le aprieta el busca-tobillero. Está poseído por una necesidad absoluta de llevar la contraria. Volver a la cárcel no le importa. Hasta el detectivesco
Wilson (poseído por el espíritu de
Sherlock Holmes) y el resignado
Foreman (poseído por el espíritu de
Cuddy) se alían para meterle en cintura. La paciente del episodio 8x7 es una
Lindsay Lohan de niña (igualicas físicamente). Parece llevar una doble vida. Está poseída, de verdad. Cree que su novio le hizo daño en un brazo, cuando se lo hace ella misma. Su madre está poseída por un deseo de protección tal, que en vez de estar ayudando a su hija, la estaba matando con sus pastillas milagrosas. Las pastillas ocultaban los cambios bruscos de caracter de esta pequeña émula de
Toni Collette en United States of Tara. Poseída también está
la corena repelente que se cree House: ataca a
Chase porque se ha depilado las cejas. Chase también parece estar poseído: de pronto le entra un ansía por convertirse en celebrity: El rubiales sale por la tele, un médico dicharachero que hace más bien el ridículo. Descubrimos, además (este episodio ha sido una verbena), que House acude a un grupo de ayuda. Conoce a un tipo que no ha superado la muerte de su hijo y le ayuda a descubrir qué lo mató. Para ello, House entra en una
cripta, exhumando un cadáver, llamando
Igor al sepulturero y cagándose en los pantalones, como confiesa, cuando le pegan un pequeño susto. Cuando intenta ayudar a la madre del chaval, descubrimos que hay "más poseídos". Poseídos por la mala follá. Por ejemplo, el padre de la moza, un anciano que se enfurece, aunque no tanto como su yerno, que acaba dándole un pedazo puñetazo a House en toda la jeta. La muerte ronda el episodio. De ahí una gran frase del doctor: "
La muerte es una consecuencia, no un síntoma. Si no es un síntoma no es relevante". House está poseído: cuando sopla la pistola imaginaria se cree Clint Eastwood.
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