Wilfred se permite unir en el mismo episodio (el 3x10) algo tan bizarro como un agujero de la gloria y una pequeña historia sobre el amor.
Wilfred se lo monta como en un cuarto oscuro gay con no-sabemos-qué a
través del agujero de la valla colindante con el vecino. Algo muy
grotesco que me hace flipar aún más con esta serie en la que hemos visto
de todo. Pero, por otro lado, el chucho, a ojos de Ryan, se ha
enamorado. Platónicamente, porque no ve a la perra en cuestión, sólo la
huele. En ambas acciones Wilfred desconoce quién es el objeto de su
deseo/amor.
Para reforzar la idea del enamoramiento, para hacernos creer que Wilfred se ha enamorado de verdad, aparece bajo la ventana de la perra (es decir, en la casa de Ryan, ya que la perra es de su inquilina). Y lo hace con una radiocasete (boombox) emulando a John Cusack en la mítica película Un gran amor (Say anything...), de Cameron Crowe (1989), en la que su personaje, Lloyd, aparece con una radio (han elegido prácticamente el mismo modelo) en la casa de su amada, en una comedia romántica a lo Romeo y Julieta.
La grabadora de John Cusack es la misma que la de Twin Peaks.
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