Vayamos por partes. Pensaba contar lo que he hecho esta semana (además de ir a la entrega de premios de Notodofilfest) pero hay cosas que no puedo pasar por alto. Empezando por el desnudo de Jason Segel (Cómo conocí a vuestra madre) en Entertainment Weekly. ¿A qué viene esto? No lo sé.ACTUALIZACIÓN. Ya lo sé. Segel es el guionista y protagonista de Forgetting Sarah Marshall (estreno en junio). Ya la han calificado como la comedia del año, y en ella se le cae la toalla y se queda desnudo. La Sarah Marshall del título a la que tiene que olvidar es Kristen Bell (Héroes), pero se la encuentra con su nuevo novio en un resort, de ahí el ambiente de la foto. Tiene tela que se llame Marshall ¿coincidencia o guiño a su personaje en la serie, Marsupialín?
Pero siendo frívolos me lo esperaba más regordete (el tío es un gigante). Su personaje me recuerda al de Ross de Friends, aunque con mejor suerte (se lleva a la chica). Hoy he terminado la segunda temporada y me enfrento a la tercera en V.O., así que no sé si extrañaré las voces de siempre. Barnie sigue siendo el mejor para mí.
Otra foto que me ha dejado noqueada ha sido ver en el estreno de Naked Man a la doctora Torres de Anatomía de Grey tapándole el jilguero a uno de los actores que no puede estar más bueno. Tiene un aire al Sawyer de Perdidos ¿qué no?
Me hubiera gustado estar en Nueva York para ver la expo del japonés favorito de Kanye West, Takashi Murakami, que tiene en el Museo de Brooklyn. Pasó una mínima parte por la Casa de Asia de Madrid, a la que fuí, pero aquí no le hicieron ni caso. En inspirarse en lo japo es una experta Gwen Stefani, que ha lanzado cinco perfumes por cada una de sus bailarinas niponas. Lo más cool. Hasta le dan portadas.
Pero para portada la de Jessica Simpson afeitándose la barba en Esquire. OMG!
Pero para cartel el de la película American Teen Movie, que sin cortarse un pelo han plagiado el cartel de todo un clásico, El club de los cinco. Este rollo nostálgico es como enterarse que van a hacer un spin-off de Sensación de vivir. A una se le revuelve el estómago viendo fotos como ésta con las pipiolas subidas a hombros de los pipiolos. Otra cosa es el spin-off de The Office, por fin puesto en marcha por la NBC. ¿Para cuándo? Aún es pronto decirlo, pero por fin lo han confirmado.
Después acabé en casa de Pepa, cuyo edificio tipo corrala está a punto de derrumbe. No lo entiendo. Estas casas centenarias las empalan con vigas de sujeción de una forma ilegal y la gente sigue viviendo dentro hasta el desahucio. Porque, claro, ¿dónde vas si te echan de tu casa? Tremendo problema. Resultaba un poco inquietante estar en un salón rodeado de varas de hierro de sujeción y andamios en los balcones abiertos.
Acabamos allí tras ver el Motín de Aranjuez en la Plaza de Oriente, interpretado por la gente de Aranjuez. Fue un poco rollo porque había muchísima gente y estábamos alejados y todos, pues sí, esperábamos el motín. Para cuando llegó la persecución y caza de Godoy ya había pasado hora y media. Nos metimos en el bar de los Alarbaderos, y me clavaron por una pepsi 3 euros y medio. Boicot a este tipo de sitios. Y nos quejamos de Paris.
Y para terminar retomo un clásico, el Bazaar en Chueca. Cuando trabajaba en la calle Fuencarral acabé hasta el gorro de este clásico del barrio. Fuimos a comer y volví a reconocer por qué íbamos allí tan a menudo. Arriba, algunos ejemplos como los pulpitos y el solomillo, pollo al curry con fideos y crepes de pollo con espinaca, y unas torrijas de muerte. Un restaurante que, sin dejar reservar, siempre está lleno es tan raro, como probar de todo y que todo esté bueno.
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