
Estoril da mucho de sí. Ya me gustaría que el día tuviera 24 horas más para irlo subiendo más rápido (en la habitación del hotel Estoril hago lo que puedo). El segundo día por la tarde cogimos la van y nos fuimos a Sintra, hacia el Cabo da Roca, para entendernos, en la punta de la nariz de Portugal (imagen de la cruz). Allí pasamos del calor asfixiante de Cascais al cielo encapotado y un airecillo que me dejó tiesa. La idea era acabar allí el día (tras volar en avioneta e ir de tiendas), cenando en el restaurante Refugio da Roca. Pero antes de llegar pasamos por la famosa playa del Guincho y compramos unos recuerdos en un puesto en la carretera. Debajo de la cruz nos hicimos unas cuantas fotos con los pelos al viento y nos entregaron un certificado de nuestra visita al punto más occidental del continente europeo. Ya en la cena, descubrimos al topo de la misión James Bond, tomamos un vino de Carcavelos (según dicen, raro de localizar) y cenamos melón con jamón, pescado fresquísimo y tarta de queso. Mañana: el Palacio da Pena en Sintra y su museo del juguete.






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